domingo, 18 de diciembre de 2016

Un día como hoy


Crecí en una familia de padres divorciados con una educación muy conservadora y tradicional, siendo la menor de 5 hermanos, no tuve la oportunidad de ser el centro de atención. Mi infancia fue más bien una especie de trance entre una dimensión paralela y esta realidad, crecí rodeada de violencia y en realidad, fue nada agradable. Así que la mayoría del tiempo me la pasé imaginando historias, otros seres, otros mundos. Mi nivel de distracción era tan grande que en mi casa pensaban que tenía algún tipo de retraso mental, en realidad me generaba conflicto lo que mi familia,  la escuela, la iglesia y la sociedad en general me pedían que me convirtiera. Mis hermanos me consideraban la rara, en la escuela notaba que no era como mis compañeras de clase, me esforzaba por ser como ellas, por encajar, por gustarle a los niños, pero en ese momento  mi inocencia e ignorancia no me permitían comprender lo especial y única que soy. 

Cuando cumplí 10 años me  regalaron un diario y fue mi primer acercamiento con la escritura, fue mi refugió, mi salvación, mi válvula de escape, una forma de desahogarme, de sanar, de soltar el pasado. 
Por algún tiempo, el dolor y la ira que llevaba dentro se convirtieron en mi motor, me ayudaron  a conectar con mi sensibilidad y liberar emociones a través de la escritura. Conforme los años pasaron, sané el pasado, por lo que dejé de sentir la necesidad de escribir.

Pero hoy es diferente, después de tantos años he regresado a escribir, pero esta vez, ya no más como como terapia. He regresado a escribir porque alimenta mi espíritu,  me  recuerda que estoy viva, que soy un ser humano y  me libero a través de las palabras, sin ataduras ni prejuicios, sin expectativas, simplemente por el puro placer de escribir. 

A través de mi blog quiero compartirles mi historia, la de mi madre, mis hermanas, mis abuelas, las mujeres que conocí en mi infancia, en la universidad, en el trabajo, en mis viajes, en la calle, en el metro o algún lugar inhóspito del planeta. Aunque nuestras circunstancias de vida, cultura y generaciones sean tan distintas, nos une y marca el mismo inconsciente colectivo. 

Con amor, para Hanna

Sonmi 411


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